28 de febrero de 2008

La señora

El recuerdo de la muerte recorriendo mi cuerpo todavía ensombrece hasta los días más claros. Siempre está en mi mente, constantemente, el sabor amargo que deja la soledad vaciándote por dentro de tu propio ser y conviriténdote en un demonio de palabras balbuceantes, amarillo e irreal a la vista de la gente que sabe lo que verdaderamente es querer a una persona indefensa. Nadie puede ver a través de ti pero tu mirada lo dice todo y refleja el sufrimiento agónico e impuro de alguien desertor de sus ideas e invadido por el miedo. Cuando alguien se te acerca eres incapaz de ver en él su ser. Cuesta mucho convencerse, pero el invasor te controla de tal manera que no eres capaz de distinguir amigos del enemigo y familiares de fantasmas que pululan a tu alrededor si ocasión de decirte nada pero los sientes fríos, gélidos hasta tal punto que el escalofrío que sientes es producido por la mirada penetrante de esa calavera que te hace coger aire a bocanadas. Sabes que la muerte ha estado cerca, las has mirado de frente y has sentido el terror más axfisiante de tu vida pero los fantasmas se van, la luz siempre vuelve antes o después. Tanto tiempo luchando y al final la señora te ha dedicado una sonrisa.