12 de marzo de 2008

El insecto enamorado

Yo lo primero que recuerdo fue que me encontraba en las atracciones de feria de mi ciudad. Estaba con mis amigos hablando junto a la pista de coches chocones. De repente se acercó a mi un extraño insecto (era como una especie de langosta) pero con unas antenas largas y duras. El insecto empezó a saltar sobre mí. Al saltar me daba de vez en cuando con sus antenas, produciéndome alguna molestia.
Me di cuenta de que el insecto hacia eso porque estaba enamorado de mí. Al darse cuenta de esto mis amigos empezaron a reírse. Yo, sintiéndome avergonzado, eché a correr. El insecto se puso a perseguirme saltando.
Recuerdo que iba yo corriendo por el camino de tierra que separa la feria de mi ciudad mirando continuamente hacia atrás y comprobando angustiado que el insecto no cesaba en su intento de darme alcance. Llegué a la ciudad y él cada vez estaba más cerca. Mi angustia iba aumentando.
Por fin, torcí la esquina que daba a mi calle. Me detuve un instante con la esperanza de que el insecto no volviera a aparecer; sin embargo, al rato, allí estaba de nuevo, saltando impetuosamente para darme alcance. Salí corriendo a toda velocidad en dirección a mi portal. Llegué al portal e inmediatamente cerré la puerta. ¡Por fin me había librado de él!
Cuando llegó a la puerta cerrada se quedó quieto frente a ella y frente a mí, que le miraba a través del cristal. Entonces me invadió un sentimiento de compasión y me dio pena del insecto. Le abrí la puerta. El insecto me siguió. Subimos juntos las escaleras del portal, pero al llegar arriba, se desvió en dirección al cuarto trastero, separándose de mí. Al hacer esto me transmitió una emotiva sensación, que traducida a palabras sería: “No quiero incomodarte con mi presencia. Me conformaré con verte cada vez que bajes al cuarto trastero”. Y me desperté envuelto en una agradable sensación.