¡Qué ingreso tan caballeresco
en la represión!, desde que un caballero de la talla psicoanalítica de Freud
denunciara los elementos represores de la cultura burguesa del XIX, no hubo en
el orbe cívico y civilizador una coyuntura de semejante alcance represor: un
infante, de edad aproximada a los 9 años, vestido de marinero, como de primera
comunión, inhibiendo a las damas a migas de su mamá para que le permitieran
llevar los tirantes sujetos al calzón, a cambio de conseguir el descenso
ostentoso del pantalón, cayendo las pateras a la altura del talón.
_Señoras, no lo impidan (agregaba el niño), Me parece que les gusta a
pesar de su indignación.
Y es que las mamás del siglo XX no son ya de
aquellas que imponen su criterio contra la razón, pues oyen y escuchan, y a
veces hasta obligan a dar una opinión. Este fue el caso de Miguelito, que se
vio obligado a dar su opinión, haciendo un ingreso muy caballeresco en el
ejercicio censor de la represión, a la corta edad de la primera comunión.
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