5 de marzo de 2007

El tribunal

La sala se puso en pie, entro el magistrado a la sala con todos los honores propios de su cargo, blandió su mazo y dio comienzo la sesión, el magistrado era una persona con cara de pocos amigos, con la frente muy arrugada por el paso de los años y el pelo canoso delataban su avanzada edad.
_Silencio en la sala - decretó y su palabra se hizo ley para los allí congregados.
Dio un golpe con la maza sobre el escritorio de madera noble y con esto dio comienzo la sesión. El fiscal leyó los cargos que se le imputaban al acusado que permaneció impasible, tras múltiples objeciones del abogado defensor y luego el fiscal le interrogaron sobre los hechos que habían tenido lugar la mañana del diecinueve se septiembre. La acusación de asesinato pesaba como una espada de Damocles sobre el acusado este se defendía a duras pensa del duelo jurídico que ambos letrados mantenían y trataba de sortear las preguntas trampa que le enviaban. El acusado sólo deseaba que aquella tortura terminara de una vez, él era inocente y si estaba allí, era solo por un malentendido, maldecía a la jauría de fiscales que en vez de hacer su trabajo y buscar al verdadero asesino de su esposa le torturaban para detectar el menor fallo o incoherencia en su declaración, su abogada le aconsejó no contestar a más preguntas, y eso fue lo que hizo, el lobo, como había bautizado al fiscal se quedo con la miel en los labios. El tribunal decretó un descanso y se retiró a deliberar , aunque aún faltaba la fase de presentación de las pruebas el caso estaba casi encauzado en una dirección que no le era muy favorable al reo. El reo debía permanecer bajo la custodia policial por orden del juez para que no hubiera riesgo de fuga, estaba abatido con el cariz que estaba tomando la situación. Él no sólo había perdido a su esposa, sino que también iba a ir a la cárcel por un delito que no había cometido y los verdaderos asesinos seguían en libertad. Le trajeron una taza de café y su abogada y el policía y él se encaminaron de nuevo a la sala, tras aquel breve receso.
_Exponga la acusación las pruebas pertinentes - dijo el juez.
El fiscal exhibió el arma de crimen era un cuchillo de cocina todavía con restos de sangre que el fiscal aportó como prueba principal dado que tenía huellas. La abogada de la defensa protesto porque dado que ese cuchillo pertenecía a su casa era normal que tuviera sus huellas. El juez aceptó la protesta y anuló la prueba pricncipal, el lobo se quedó sin carnaza y ahora parecía un dulce perrito faldero. El reo sudoroso todavía en el estrado volvió a describir a la persona que vio moredeando por su casa. Miró la sala atestada de gente, los periodistas dispuestos de hacer de él un monstruo o una víctima según fallará el tribunal y el resto de curiosos y entre el público reconoció una cara, er aun individuo ataviado con ropa militar y con gafas de sol. Gritó desde el estrado.
_Es él, ese es el asesino - ni siquiera el guardia de seguridad pudo pararle, quedó sorprendido a todo el mundo, agarró al hombre de la pechera y le quitó las gafas, el hombre sacó un cuchillo y se lo clavó.
Despertó en el hospital todo había acabado habían atrapado al verdadero asesino que resultó ser un asesino en serie que ya había matado a más mujeres, se sintió alegre y triste al mismo tiempo, había perdido a su esposa pero por otra parte había limpiado su nombre.

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