5 de marzo de 2007

¿Las 22:00?

Me apetecían unas pipas, a sí que me acerqué a la tienda de golosinas más cercana pero... ¡las 22:05! Cierran a las 22:00. Miré por encima del letrero y ví a la dependienta ya recogiendo, eran tantas las ganas que tenía de saborear unas pipitas saladitas, que a punto estuve de decirle a la chica que me abriera para darme una bolsa. Antes de desistir, eché un último vistazo a la tienda, al expositor de los deseados frutos del girasol, parecían recién puestas, crujientes, listas para comer... mmmm ¡tenía ganas de pipas! Era como un antojo.
Pasado el medio minuto aproximado que llevaba clavada en el escaparate, se aproximan dos jóvenes que venían paseando y hablaban de sus viejos tiempos, al cruzarme con ellas escuché que iban a comprar pipas, lo que me causó un poco de risa y dije irónicamente a mis adentros: "pues no será aquí donde las compres bonita". Que cosa será, que al darme la vuelta por instinto, las vi entrar en la tienda, quedándome en medio de la calle petrificada; me acerqué velozmente hacia la tienda y en efecto, ¡habían entrado! Pero... si la tienda cerraba a las 22:00, volví a mirar el reloj un poco despistada y me cabreé conmigo misma al descubrir que había mirado mal el reloj y no eran las 22:00 sino
¡las 20:00!

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